Dos décadas de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado: “Cada cual tiene su Dios y yo lo tengo al Indio”
El 6 y el 7 de diciembre, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado celebraron en el Estadio Único de La Plata los 20 años de su primer concierto, ante un público que agotó ambas fechas. Desde el corazón de esa multitud, una fan (matriarca de una familia ricotera) relata en primera persona cómo se vivió el regreso a la tierra sagrada.
¿Cómo transmitir lo irracional? Si ser ricotero va más allá de toda lógica. Y cuando digo ricotero, me refiero a mantener viva la llama de nuestro Dios. Me peleo bastante con quienes dicen “sin el Indio no es lo mismo, los Redondos eran otra cosa”. Sí, muchachos, claro que sí, pero cuando el amor es incondicional, trasciende el cuerpo, es atemporal y de eso se tratan las pasiones, de revivirlas de distintas maneras.
Mi nombre es Laura Budano, abuela de Bruno, que al igual que yo llevé a ver al indio a su mamá en mi panza, él fue en la panza de mi hija al Estadio Único hace unos años a ver a Los Funda. Soy mamá de Luna y Valentina, por si nos vieron abrazadas llorando el sábado al verlo al Indio con la bella señora haciéndole compañía. ¿Por qué me “peleo”? Porque así sean Los Funda o una banda de garaje, reviviendo su poesía, su música, igual es una forma de honrar esa trayectoria. No como figura pública, sino como lo que atravesó nuestros corazones a lo largo de cada experiencia de vida.
Mi vida está atravesada por esta música. Me casé con “Blues de la libertad”. Cuando nació Valentina, en el 2000, había salido Momo Sampler y sonaba tanto de fondo en mi casa, que en vez de hacer “qué linda manito que tengo yo” ella con cinco meses, cantaba moviendo sus deditos “Ah ah ah ah, eh eh eh” simulando “La murga de la virgencita”. Cuando tenía cuatro años, Luna me decía “Vos sos la piba de Blockbuster”, porque su mami es una miss del año 76. Todo así.
Los Funda, más allá de ser músicos increíbles, sumado al montaje, la producción, la organización impecable que nos permite ir en familia sin riesgos (con lo que implica vivir un recital en Argentina hoy), resignifican ese misticismo, manteniendo viva la llama del amor de tribu. Ya no creo en el amor romántico, pero sí creo en el amor por el Indio, y eso para mí se llama lealtad. Por eso somos fieles, por eso seguimos yendo a misa, aunque Dios sea digital. Porque aunque no pueda estar en su lugar más cómodo, el escenario, es una forma de estar más cerquita.
Con mis 49 años, aún no encontré el sentido de la vida, pero cada vez que la banda suena, aparecen respuestas. Cuando lloro sin motivo o me río a carcajadas mientras suenan, interpelando fibras en mí que ninguna otra cosa en este mundo despierta. Celebro que eso me pase cuando el mundo se cae a pedazos, a mí y a cuatro generaciones que nos abrazamos como si nos conociéramos desde siempre. Irracional, como haber viajado por cada rincón del país con mis nenas chiquitas a comulgar cuando todos me decían “estás loca de llevarlas tan lejos a un recital… Eso es irracional”, pero así es este amor. Que el sábado 6 volvió como una brisa a recordarnos a tres mujeres adultas que hoy somos, que para comulgar no siempre hay que ir a la iglesia, cada uno tiene su templo, esta vez fue el Estadio Único.
Gracias por ser bálsamo en tiempos de oscuridad. Gracias a la vida que me hizo redonda. Cada cual tiene su Dios y yo lo tengo al Indio.
Texto: Laura Budano
Foto principal: gentileza KVK Fotos


