Dogstar: Keanu Reeves baja el volumen del estrellato y sube el del bajo
El trío californiano vuelve a Barcelona con un Keanu Reeves que deja Hollywood en la puerta de Paral·lel 62 para recuperar su faceta más simple: la de bajista de una banda de amigos.
En un power trío el bajista puede a veces perder un poco el protagonismo, pero acá pasa lo contrario: todos los titulares mencionan a Keanu Reeves. Aun así, en Dogstar no existe el “actor que toca”: Reeves se mezcla con Brett Domrose y Robert Mailhouse como si no fuera la cara de Matrix. Y ahí está el encanto: tres amigos tocando porque sí, porque pueden, porque les gusta.
Reeves viene ligado a la música desde antes de la fama. Creció entre Canadá y Los Ángeles escuchando punk y grunge, y agarró el bajo mucho antes de convertirse en héroe de acción. A principios de los 90 se cruzó con Mailhouse, hablaron de música y armaron Dogstar medio de casualidad. Grabaron discos, giraron modestamente y convivieron con el circo mediático sin la tentación de convertirlo en marketing.
Un regreso que no buscaba ser regreso
Cuando Hollywood demandó la presencia de Keanu 24 x 7, la banda quedó en pausa. Pero la pandemia logró que volvieran algunas viejas costumbres. Así fue que el grupo retomó los ensayos sin planes a futuro y sin presión y, con esa inercia, Dogstar terminó reactivándose en serio. Nuevas canciones, nueva gira, volvieron los noventas y no en forma de fichas.
Por lo que se ve, cuando está con la banda, Reeves no actúa ni posa: mira al piso, marca el pulso y deja que Dogstar hable. Nada de protagonismo. El trío funciona porque no pretende ser más de lo que es: rock alternativo hecho con amor por tipos que disfrutan tocar juntos.
El 7 de julio, vuelven a Barcelona para presentarse en Paral·lel 62. Y sí, habrá fans de Keanu. Dicen que Dogstar es, finalmente, una banda de verdad, no un souvenir de Hollywood. Habrá que comprobarlo.

