Babasónicos en Sant Jordi Club: La noche es un país imaginario
Adrián Dárgelos pide más. Sus palmas hacia arriba, los dedos se mueven en un gesto inequívoco. Desea más. Lo desea todo. Es sábado y el show de Babasónicos en el Sant Jordi Club de Barcelona recién comienza.
Ya pasaron «Bye Bye», «Soy Rock», «Ciegos por el diezmo», «En privado», «Anubis» y «Cretino». La gente empieza a levantar temperatura, pero aún no explota como el cantante quisiera. Es el cierre de una gira por Europa que arrancó con un show gratuito en Madrid por los festejos del 12 de octubre. Fecha que, a diferencia de lo que pasa en América, en España se llama «Día de la hispanidad».
En este tour, que luego siguió en Ámsterdam, Londres y París, Babasónicos trajo Trinchera (2022) bajo el brazo. Un disco de riesgo sonoro, no tan digerible para el público que espera los hits. Pero esta banda llegó hasta acá sin necesidad de hacer concesiones con nadie. Ni siquiera a «su gente». Entonces suena «La izquierda de la noche», y el embrujo hace efecto. «Me dejé caer en su fina red. De espaldas, en su fina red» entona Adrián, mientras Diego Uma le hace la segunda. En esta encarnación, el multi-intrumentista toca menos de lo que baila y canta. El peso del sonido recae en la guitarra de Mariano Roger y en el teclado de Diego Tuñon.
Tras 15 años, el bajista Tuta Torres ocupa un merecido lugar central en el escenario, donde hace un sólido tándem con la batería del otro Diego, «Panza» Castellano. Las 4 mil personas que llegaron al Sant Jordi Club ya cruzaron definitivamente el portal imaginario y están a punto de caramelo para cuando Dárgelos los señala con el dedo mientras asegura que «Todos compartimos el amor». El remate es con «El colmo», y la utopía de «Canción, llevame lejos, donde nadie se acuerde de mi. Quiero ser el murmullo de alguna ciudad que no sepa quien soy». Ahora sí la entrega es total, casi catártica. En la noche nos ocultamos, nos disfrazamos. En la oscuridad podemos jugar a ser otros por un rato.
La intensidad del concepto nocturno sigue creciendo con «Sin mi diablo» y «Los calientes». Las cegadoras luces rojas y verdes se alternan para iluminar banda y público por igual, pero a pesar del resplandor la sincronía ya es inocultable. «Todavía esto se va a poner más caliente, porque recién empezamos a subir. Y saben que cuando subimos no bajamos más«, anuncia Dárgelos antes de «Puesto». Siguen dos más de Trinchera: «Mimos son mimos» y «Paradoja». En «Cómo eran las cosas», Adrián se acerca al borde del escenario, una mano en la cintura, la otra sostiene el micrófono. Camina de una punta a la otra mientras canta: «Qué ridículo es que pienses que todo es tuyo, inclusive yo. Todo eso tuyo puede ser, pero esta noche es para los dos».
Es fácil intimar con estas personas si los invitás a teletransportarse al lugar donde quisieran estar, ya que ese lugar es en este momento este rincón de Barcelona. El hechizo parece menguar en «Tajada», pero entre «La lanza» e «Y qué» se hizo imposible. «Cuanto vale un rato más a tu lado, media hora. Cuánto vale ese rato, te doy todo hasta un día que me queda por vivir» canta Dárgelos en «Los burócratas del amor». En la noche el tiempo vuela, pero como si lo tuvieran fríamente calculado, ese es el tiempo que queda de show.
Son 30 minutos finales en los que Adrián seduce de una forma más directa, primero moviendo el culo en las penumbras como si bailara reggaeton, y luego con un «Son malditamente hermosos ustedes. Me los cogería a todos«. La elegancia se recupera con la acertada decisión de juntar a «Vampi» y «El loco», con Uma en percusión y unas versiones sonoramente emparentadas. Lo mismo pasa con «Carismático» y «Yegua», ese uno-dos que funciona a la perfección desde Anoche (2005).
La sutileza le guardó un rescate a ese Dios díscolo y singular que llegó a confundir su impunidad, justo antes de la red flag de «Advertencia». La canción más nueva del repertorio de Babasónicos se resignifica hoy y acá en esa frase que dice «Siento que escapamos de algo todos, pero no de lo mismo». El falso adiós y la vuelta al escenario para la traca final: «La pregunta», «Flora y Fauno» e «Irresponsables». Los Babas saludan y agradecen, mientras se van, casi tímidamente, del escenario. Sólo queda Dárgelos con los brazos en alto pidiendo más y más, aunque ya todos sabemos que es el final.
Es que la noche te succiona, te enloquece y abandona. Y este sí es el momento de decir adiós.
Foto: Gentileza Juan Lona

