Crónicas

León Gieco y Agarrate Catalina en Parallel-62: De ahí soy yo

El icono argentino y la murga uruguaya más convocante conmovieron con un espectáculo de rock, candombe y memoria colectiva.

Es difícil medir la cantidad de aplausos que se escucharon en la noche del viernes 5 de septiembre en Parallel-62 de Barcelona. Es que incluso desde antes que León Gieco y Agarrate Catalina se subieran al escenario, la gente que colmó la coqueta sala (unas 1300 personas) se partió las manos. Algunos para calentar al ritmo del candombe, otros para venerar a Estela de Carlotto y Mercedes Sosa cuando aparecieron en los videos de “Hoy bailaré” y “La amistad”, de Gieco, proyectados en la pantalla. Y todos al unísono para recibirlo a León que primero se hizo presente desde allí en su versión de BA Rock 1972, para luego sumarse en vivo y en directo, siguiendo los acordes de “Hombres de hierro”.
Quizás la primera demostración de que “lo viejo funciona” y en tiempos donde tantas intervenciones del estilo tienen alguna IA incluida, aquí no se necesita nada más para generar una emoción tan grande. “Los chicos de La Catalina me trajeron hasta acá. Estoy muy contento y feliz” lanzó Gieco y obtuvo más aplausos.

“Este es un ejercicio que me dio mi médico para evitar el Alzheimer. Pruébenlo conmigo”, comentó León y empezó a recitar a capella “Ojo con los orozco” con el público. Y las ovaciones se volvieron incontables cuando durante “Cachito, campeón de Corrientes”, “En el país de la libertad” y “Carito” comenzaron a desfilar imágenes de él acompañados de personajes tan disímiles como los presidentes Lula Da Silva o Pepe Mujica, o músicos como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Eruca Sativa, David Byrne u Horacio Guarany, pero también figuras del espectáculo y el deporte como el técnico uruguayo Oscar Washington Tábarez o la vedette argentina Nélida Lobato.

Antes de los primeros acordes de la siguiente canción se excusó: “La guitarra está desafinada, pero no importa: a Bob Dylan nadie le dice nada”. ¿Quién puede fijarse en eso cuando lo que suena es “La memoria”? A continuación ocurrió el hecho más emocionante y desconcertante de la noche. “¿Vieron que yo en `Los Orozco´ nombro a Los Moscos? Esa fue una de mis primeras bandas, y uno de mis compañeros está hoy con nosotros, porque vive en Barcelona”. Así le dio la bienvenida a Horacio Fumero, con quien compartió grupo en los años ’60, y que esta noche está parado junto a él con su contrabajo para hacer un solo larguísimo. Eso sirvió para encadenar con el comienzo de “Cinco siglos igual” y como quien no quiere la cosa derivó en la llegada de Agarrate Catalina a las tablas.

Aplausos para León y ahora es la agrupación uruguaya liderada por los hermanos Yamandú, Tabaré y Martín Cardozo quien se adueña del escenario para sentenciar: “Vamos a cantar un poco de murga” como preludio a “Saludo (2011)”. Pero es más que eso, ya que enseguida se pone de manifiesto cuáles son los puntos de contacto entre ambos artistas. Si ambos son referentes de la música popular latinoamericana es porque son parte de la identidad rioplatense, a fuerza de un discurso similar dentro lo que sería la izquierda progresista. ¿O acaso “Cinco siglos igual” y “Telenovelas” no abordan cada una a su manera la injerencia del FMI y el poder concentrado en Latinoamérica? ¿Y qué pasa con “De igual a igual” y “Aporofobia”, cubiertas por la temática de las políticas inmigratorias? Mérito de los letristas: Gieco y Luis Gurevich por un lado, Yamandú y Tabaré Cardozo por el otro. Justamente es este último el que toma el centro de la escena en este tramo del show, para hacer “Montevideo” y “Vivir”.

Cuestiones de la inmigración, así como Gieco agasajó a su compañero de Los Moscos, los Cardozo pudieron dedicarle “Padrino” a su tío, quien al final fue casi obligado a bailar en el escenario. Ese momento familiar cayó justo antes de “Soy”, la canción que la Catalina le regaló a las Abuelas de Plaza de Mayo: “Soy todas las esquinas de esta ciudad de candiles / Y tempestades y cicatrices y alas / Sus 30.000 ausencias ardiendo / Viviendo en los brazos que sostienen los carteles / Que me hacen ser quién soy”. Una ovación más, que no será la última.

“Manifiesto de la media verdad” y “La Violencia” son el cierre para el setlist en solitario de la murga, pero la música no para. Los parches, las palmas y las voces de esta veintena de artistas en escena se vuelven a unir para recibir a León con “La cultura es la sonrisa” y “El ángel de la bicicleta”. Esta cumbia rock fue el momento más alto del recital, y dónde mejor se mezclaron los estilos de ambos. “La inmigración es un derecho humano. Todos los países deberían recibir a todos los inmigrantes”, apuntó León antes de arrancar “De igual a igual” donde la polca (influencia europea del chamamé, otra vez la inmigración presente) marcó el ritmo. Las últimas tres de Gieco fueron los clásicos “El Fantasma de Canterville”, “Pensar en nada” (con León a dos armónicas) y “Sólo le pido a Dios”. Pero el final real del espectáculo fue con “Lo que el tiempo me enseñó” (donde León hizo las veces del mítico Canario Luna), “El viaje” y “Un camión que se va”.

La retirada sonó fuerte con Agarrate Catalina en el escenario y terminó abajo, entre el público, que acompañó a la murga hasta afuera de la sala. Allí en la calle, donde pertenece, un millar de personas cantaron eso de “Viaje que comienza, viaje que termina, en este tablado de la humanidad”. Y fue perfecto porque todas y cada una de las canciones que sonaron esta noche estaban dedicadas a ellos: los humanos, las humanas, las y los que luchan todos los días estén donde estén. Aquí o allá.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *