Bestia Bebé en Sala Upload: Fiesta en el barrio (el que sea)
“Estoy en la Sala Upload viendo a un grupo argentino, vine a acompañar a Joel. Me acordé de ti. A ver si la semana que viene bajo a Montgat y hacemos unas cervezas en la playa”. El Whatsapp de la chica se envió justo cuando Bestia Bebé tocaba “Antártida Argentina” en la Sala Upload de Barcelona: “No me importa que a mi me vaya mal, si a vos te va bien. El otro día te lo quise decir, pero te fuiste”.
Así como lo que canta Tom Quintans en esa canción, hay algo en los temas de esta banda que se ligan directo con la amistad, con las ganas de que al otro le vaya bien. O por lo menos con que nadie esté solo si las cosas van mal. Será eso lo que la conmovió a la chica, y lo que motivó ese mensaje. Pero también es lo que se ve en los abrazos, las risas y la complicidad de los presentes en esta sala barcelonesa, pequeña y acogedora, repleta de españoles y argentinos.
Si algo llama la atención es que, a diferencia de la mayoría de los shows de los artistas argentos que giran por Barcelona, los Bestia Bebé son un poco más locales. Quizás sea que la escena indie tiene una vida propia más allá de las nacionalidades de los artistas, quizás sea la cercanía con El Mató (ya consolidados en el corazón de la cultura española). Quizás sea que realmente la música de Bestia Bebé no tiene fronteras.
Aunque a decir verdad: ¿entenderá todo el público por igual lo que significa “Jugaaadoooreeees, la concha de tu madre, a ver si ponen huevos que no juegan con nadie”, el canto clásico de insatisfacción de las hinchadas argentinas, al que BB transformó en un gesto de amor? Si el propio Quintans tiene dudas es porque eso no debe ser muy importante: “Nunca sé si agradecer esa canción”.
Apenas comenzado el show, y mientras sonaban los acordes de “El humo negro”, el cantante y guitarrista se paró en medio del escenario, con su gorrito piluso en la cabeza, y arengó con gestos a la gente. ¿Liam Gallagher sos vos? Haber visto la vuelta de Oasis dió sus frutos.
La lista de temas es la base de Siempre Escucho Las Mismas Canciones, el disco en vivo que lanzaron en junio pasado. “Luchador de Boedo”, “Montevideo”, “Cangrejal”, “El rock and roll pasó de moda”, “Un documental sobre mí” y “El verano”, entre otras, fueron un repaso por sus cinco discos de estudio. Además sonaron “El Gran Balboa”, “El fin del mundo”, “¿Qué clase de ciudad es esta?” y “Patrulla del terror”, que no están incluidas en ese álbum, pero que también fueron muy festejadas.
“Busqué otras formas de pensar. Otras formas de actuar. Sabés que con vos estoy mejor”, canta Quintans, mientras se da la primera incursión de un espectador que se sube al escenario para terminar haciendo mosh entre el público. A unos metros la chica del WA revisa su teléfono, pero su amiga de Montgat aún no responde. Bebe un trago de cerveza y sigue atenta al show. Su chico agita casi pegado a la banda. “Esta canción se la quiero dedicar a Ozzy Osbourne”, anunció el cantante y empezó a sonar “Lo quiero mucho a este muchacho”. Así la banda cumple con lo que Quintans le dijo a Soy Rock hace apenas unos días.
Esa canción y “Omar” contienen el ADN de Bestia Bebé: las guitarras cruzadas in crescendo de Marki Canosa y Quintans, el bajo crudo de Chicho Guisolfi y la batería imparable del Polaco Ocorso creando una pared irrompible. Además, ¿qué otra banda puede lograr que un venue entero grite la intro de un fichin de los noventa?
“Sí, esta es la canción más triste que escribí. No te preocupes. No es para vos”. Ya cuando suena “El descontrol” y el final del show se acerca, la chica del WA vuelve a chequear su teléfono. Un gif de Moria bailando culo con culo en el living de Susana lo dice todo: dos amigas tienen un reencuentro. Hay final feliz. Gracias por nada, Bestia Bebé.